lunes, 8 de septiembre de 2014

"Fanatismo y machismo "

Artículo de Mertxe Arratibel publicado en Durangon

Doña Elvira, imagínate Euskadi

Mertxe A. Periodista, feminista, coach.
Os presento mis ocupaciones principales pero soy mucho más que eso.

He hablado más de una vez sobre las creencias, ese sistema de supuestas verdades incuestionables que configura nuestra cultura y nuestro equipamiento personal. Las creencias, que emanan de los valores, son necesarias para sostener el andamiaje social y nuestro propio equilibrio físico, mental y emocional. Y no descubrimos nada al afirmar que cuando se confunden con la verdad pueden fácilmente en convertirse en instrumento de fanatismo y de violencia.
Recientemente leí un artículo de Pérez-Reverte, que ha inspirado éste. No me gustan en absoluto ni sus opiniones ni su forma de expresarlas, pero su teoría de que Occidente está padeciendo la Tercera Guerra Mundial y aún no nos hemos enterado despertó mi curiosidad.
Según él, la ‘Yihad’ ha declarado la Guerra Santa al ‘mundo civilizado’ y está haciendo rodar cabezas, no sólo de periodistas occidentales en Irak, sino de toda clase de ‘infieles’, ejecuciones que se graban con el móvil y se distribuyen por Internet, sin que exista lógica ni método en esta masacre.
El periodista sostiene que “a Occidente, a Europa, le costó siglos de sufrimiento alcanzar la libertad de la que hoy goza… tras muchos combates contra nuestros propios fanatismos”, una revolución que todavía no ha llegado, a su juicio, a los países islámicos. En su línea machista habitual, destaca entre las ventajas de nuestra supuesta evolución la posibilidad, por ejemplo, de “ponerte falda corta sin que te llamen puta”.
Afirmo que eso es tan ciego como ignorar que todavía ninguna mujer puede ponerse falda corta sin sufrir un intento de acoso o agresión sexual. Porque para nuestra cultura, machista, las mujeres seguimos siendo objetos (sexuales) destinados a satisfacer la mirada masculina.
Me remito a las imágenes femeninas en la publicidad. O al episodio protagonizado por el locutor del Bizkaia Arena, recientemente destituido, quien dijo de las animadoras de la cancha: “¡Quién pudiera pasar una noche con una de las dreamcheers!” ¿Alguien se imagina a una comentarista femenina refiriéndose en parecidos términos a un jugador de baloncesto? Para empezar, ninguno pasearía por una pista deportiva sus atributos sexuales para regocijo de las mujeres sin que este gesto resultara estrambótico y totalmente artificial. Sin embargo, si las protagonistas somos nosotras, aparece como totalmente natural.
Siguiendo con los ejemplos, este mes de agosto, unas irresponsables declaraciones del alcalde de Valladolid, desvalorizando las denuncias por violencia machista, han desatado por parte del movimiento feminista un ‘escrache’ de sujetadores en el Ayuntamiento que todavía dura. En este caso, no hay dimisión a la vista.
El pronunciamiento del regidor llegó después de que la jueza de Málaga archivara la denuncia de violación presentada por una joven contra cinco presuntos agresores, dos de ellos menores de edad, que grabaron la escena con su móvil. ¡Curiosa coincidencia con los casos de los jóvenes islamistas radicales que apunta el escritor cartagenero! Cierto: la justicia ya ha resuelto sobre este caso. Pero, ¿desde cuándo la Justicia es justa?
No me imagino a ninguna joven dispuesta a practicar ‘sexo consentido’ con cinco tipos y que después acabe tirada en una acera y con desgarro vaginal. Tampoco puedo entender que los presuntos violadores fueron jaleados a la salida del juzgado el primer día que acudieron a prestar declaración. Ni que la periodista que denunció alto y claro el caso del ‘speaker’ del Bilbao Arena reciba amenazas de linchamiento (ha tenido que cerrar su cuenta de twitter).
Y, aunque parezca que estamos curadas de espanto, no me acostumbro a las muertes por violencia machista, que en agosto alcanzaron la cifra récord de una decena.
Nosotras también soportamos una cruenta ‘Yihad’ machista, que no parece hacer mella en el ánimo de la sociedad autosatisfecha en la que vivimos. Como tampoco parecen suscitar repudio los episodios anteriormente citados, con los que estas muertes violentas están directamente relacionadas.
Debe ser porque, por mucho que lo proclamen a los cuatro vientos académicos y catedráticos de pro, todavía no hemos salido del oscurantismo medieval. De hecho, no falta quien sostiene que, pese a lo que diga la Historia, la sociedad occidental no ha entrado todavía en el Siglo de las Luces.
Por eso, como siempre que le leo, declaro mi total desacuerdo con Pérez-Reverte. En lo que toca a las mujeres, sobre todo, estamos aún muy lejos de la libertad. Vivimos en sociedades gobernadas por la ignorancia, el fundamentalismo y la tiranía del pensamiento único, que no es otro que la ideología patriarcal, que domina todos los sistemas políticos, todos los rincones del planeta y todas las épocas. Hasta la fecha.

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