La discriminación y la desigualdad legitiman la violencia contra las mujeres
Madrid, 03 noviembre. 15, AmecoPress. Hay
quienes creen que no existe una discriminación real contra las mujeres.
Pero la sociedad en la que vivimos está estructurada por las
desigualdades de género: la diferente posición de mujeres y hombres en
el trabajo asalariado y en el de cuidados, la cosificación de los
cuerpos de las mujeres, el desigual acceso a todo tipo de recursos, la
infra-representación de las mujeres en espacios de poder y por supuesto,
los comportamientos e ideas que subordinan, discriminan y desvalorizan a
las mujeres. Todas estas desigualdades legitiman la violencia machista.
Nuestra
sociedad tiene mecanismos que refuerzan y reproducen estas
desigualdades. Lo vemos por ejemplo en el tratamiento sexista de los
medios de comunicación, en las leyes discriminatorias y en la violencia
institucional. Todo esto sigue señalando a las mujeres como sujetos
desiguales.
Por lo tanto, solo acabando con la desigualdad se pondrá fin realmente a las violencias machistas.
La
violencia se percibe socialmente como un problema y se condena solo en
su máxima expresión: la agresión y asesinato de mujeres a manos de sus
parejas o exparejas. Pero en muchos casos, esta condena se queda en el
ámbito de lo políticamente correcto y en otros se banaliza, se ignora o
se naturaliza.
Todas
las mujeres estamos expuestas a la violencia machista pero hay quienes
por su edad, su situación socioeconómica, su condición migrante o
administrativa, su transexualidad o su orientación sexual, se enfrentan a
más dificultades en el acceso a los derechos y a la justicia.
Debemos
recordar que los insultos, humillaciones, desprecios, amenazas, el
aislamiento de la mujer de su entorno (amistades o familia), la
violencia sexual, el acoso callejero, el acoso laboral y el menosprecio
general de las mujeres forman parte de la denominada violencia machista y
son expresiones de un mismo problema.
¡No a las violencias machistas!
Proponemos:
1.
Acabar con las condiciones materiales y simbólicas de la reproducción
de la desigualdad sexista. Si esto no es así, la educación en la
igualdad no es posible y se convierte en una utopía.
2. Sensibilizar a la sociedad y a las instituciones por medio de una educación no sexista.
3.
Reforzar las medidas preventivas y aumentar los recursos destinados a
la atención y protección a las víctimas de violencias machistas,
recuperando la gestión pública.
4. Apostar por cambios normativos que incluyan medidas contra todas las violencias.
5.
Establecer otros mecanismos de protección que no necesiten de la
denuncia para que las mujeres víctimas de violencias machistas tengan
acceso a los recursos.
6. Tejer alianzas y apoyos con todos los movimientos sociales.
Hagamos
de la vida cotidiana, de los lugares de ocio, de las familias, de los
centros de trabajo, espacios libres de violencias machistas. Para eso es
necesario el compromiso activo de todas las personas. Consideramos
fundamental la acción feminista y el refuerzo por parte de una sociedad
movilizada y solidaria.
Nosotras seguiremos saliendo a las calles porque queremos una vida libre de violencias machistas y digna para todas.
Pero todas, todas, todas…
vía AmecoPress