martes, 28 de abril de 2015

El juicio por los feminicidios de Ada y Yenny muestra la menor reparación económica cuando las víctimas son inmigrantes

Bilbao, 23 abril. 15, AmecoPress/Pikara Magazine. Si Juan Carlos Aguilar es condenado por doble asesinato, la situación administrativa de las víctimas condicionará la indemnización que reciban sus familias. Expertas en extranjería y violencia machista denuncian que las leyes españolas contemplan ayudas muy inferiores que las destinadas a víctimas del terrorismo y que exigen permisos de residencia.
El juicio contra Juan Carlos Aguilar por el asesinato de Ada Otuya y Yenny Sofía Revollo ha arrancado hoy en Bilbao bajo una gran expectación mediática. Más de 119 periodistas acreditados han cubierto la primera sesión, en la que la estrategia de defensa ha consistido en reconocer los hechos para evitar que se indaguen circunstancias que agravarían la pena, dado que la acusación particular (que señala que Aguilar no ha mostrado arrepentimiento) quiere demostrar que actuó con ensañamiento.
El proceso judicial plantea otro interrogante: cómo afectará la nacionalidad de las víctimas (nigeriana y colombiana, respectivamente) y su situación administrativa a la cuantía que reciban sus familias en concepto de reparación del daño. El fiscal ha pedido 40 años de cárcel para Aguilar y 286.000 euros de indemnización para las familias. El acusado ha mostrado su voluntad de pagar con su patrimonio (actualmente embargado), pero su valor no alcanza para cubrir esa cantidad y el Estado español no se haría cargo de lo restante, dado que las víctimas no eran nacionales. Nigeria y Colombia no figuran entre los Estados con los que España mantiene acuerdos bilaterales para que respondan en los casos en los que un condenado no puede pagar a la familia de la víctima la indemnización completa.
Las familias podrían solicitar en las Oficinas de Atención a la Víctima de los juzgados las ayudas que contempla la Ley española 35/1995 de ayudas a víctimas de delitos violentos y contra la libertad sexual, explica la abogada colaboradora de Amnistía Internacional, María Naredo. Pero en esta ley figura como requisito demostrar “residencia habitual”. Naredo denuncia que el reglamento de la ley añade la exigencia de tener permiso de residencia, en vez de aceptar otras pruebas como el certificado de empadronamiento. Revollo tenía permiso de residencia; Otuya se encontraba en situación irregular, por lo que su familia, que tampoco ha podido personarse en el juicio por falta de recursos económicos, no podría beneficiarse de esta ayuda.
En todo caso, la abogada critica “el agravio comparativo de que las cuantías que fija esta ley (en torno a 100.000 euros) sean seis veces menores que las que perciben las víctimas del terrorismo”. Reclama que se cumpla “el principio de igualdad” para que las víctimas de diferentes delitos contra los derechos humanos reciban el mismo apoyo, independientemente de su nacionalidad y situación administrativa.
Ciudadanas de segunda; víctimas desprotegidas
Lo truculento del caso despertó en los medios de comunicación interés pero también morbo. El movimiento feminista denunció el “circo mediático e institucional” que se formó tras la detención de Aguilar. La prensa se centró en tratar de explicar los motivos del asesino confeso, y de las víctimas se subrayó que se dedicaban a la prostitución. ”El tratamiento fue muy sensacionalista. Las noticias se centraron en Juan Carlos Aguilar: en que era profesor de artes marciales, si era maestro shaolín o no, en sus vídeos. No se puso el acento en el sufrimiento de estas mujeres y de las familias, en la mayoría de medios no se trató como un caso de violencia machista, sino como un suceso en plan Jack el Destripador”, lamenta Brigida Ridruejo, integrante de SOS Racismo Bizkaia. La activista antirracista denuncia la escasa implicación institucional y social contra la violencia machista, menor aún cuando las víctimas son inmigradas: “La sociedad no se solidariza con estas familias y el Estado no considera que tenga que responsabilizarse de ellas como lo hace ante un atentado; las mujeres en general, y las inmigrantes en concreto, seguimos siendo tratadas como ciudadanas de segunda”.
Las inmigrantes están a menudo más solas para enfrentarse a situaciones de violencia, especialmente las que no cuentan con familiares a las que recurrir para huir de un agresor o que cuiden a sus hijos, señala Ridruejo. Si además no tienen papeles, denunciar implicará el riesgo de ser expulsadas. En el caso de los delitos de trata, la concesión del permiso de residencia a las víctimas queda supeditada a que estas colaboren con la policía en la investigación contra sus proxenetas. En el caso de la violencia de género en el contexto de la pareja, la reforma de la Ley de Extranjería contempla conceder un permiso de residencia temporal de un año, a la víctima que denuncie violencia de género. Si el acusado es condenado, a la víctima se le proporciona la tarjeta de residencia permanente. “Pero a veces ocurre que la abogada o el abogado de la víctima no sabe de extranjería y no pide el permiso temporal, o que después de tener el temporal, nadie les tramita el permanente”, señala Ridruejo. Naredo añade que el Estado está concediendo muy pocos permisos de residencia y trabajo a víctimas de violencia de género (en torno a 200 al año) y recuerda que la mitad de los acusados terminan siendo absueltos, por lo que muchas víctimas que no han podido probar la violencia vuelven a quedar sin papeles o incluso son expulsadas, como ocurrió en 2012 con una mujer que contaba con una orden de protección.
“Se hacen pequeñas reformas de las leyes, pero no se cambia el chip: la policía sigue priorizando el control de la migración a la defensa de los derechos humanos”, concluye Naredo

miércoles, 22 de abril de 2015

Cuba: El apoyo entre mujeres previene la violencia

Santiago de Cuba, 21 abr. 15. AmecoPress/SEMlac.- Apenas cae la noche, la sala de Odalys Rodríguez Zamora pierde la tranquilidad habitual y se va llenando de mujeres que comparten anécdotas, preocupaciones y conocimientos en uno de los Grupos de Ayuda Mutua (GAM) que impulsa el área de Género del Centro Cristiano de Servicio y Capacitación "Bartolomé G. Lavastida" (CCSC- BG Lavastida), en Santiago de Cuba, a 862 kilómetros de La Habana.

Desde 2008, la institución ecuménica favorece en esta provincia oriental esa metodología de colaboración colectiva para superar conflictos de violencia intrafamiliar y de género, además de mejorar la autoestima femenina y sensibilizar a sus asistentes con la transformación de pensamientos y prácticas machistas.
Hace más de un año la "Casa de Odalys" es uno de los siete grupos de este tipo vinculados a iglesias cristianas de la ciudad.
Unas 15 mujeres y algún que otro hombre acuden regularmente a los encuentros mensuales, donde se debate sobre autoestima, violencia, estereotipos, prejuicios, sexualidad, culpas, entre una amplitud de temas, siempre intentando advertir en ellos manifestaciones de inequidad de género y las estrategias para superarla.
La preparación de los encuentros y charlas CUENTA siempre con el asesoramiento de las especialistas en género del CCSC- BG Lavastida, una institución que, desde su fundación, hace 17 años, ha incluido en su misión la de cerrar brechas de poder entre mujeres y hombres.
Rodríguez explica que se trata de un espacio abierto, donde cada cual aporta lo que puede según sus conocimientos, pero lo primordial es brindar apoyo y comprensión mutua.
"Como ginecóloga, me acostumbré a que muchas personas acudieran a buscarme para contar sus problemas, pero en este caso se trata de una experiencia grupal donde solo debo conducir las reflexiones hacia un enfoque de género, o sea, poniendo a un mismo nivel el lugar de los hombres y las mujeres en todos los procesos", describe la médica, quien se capacitó previamente en talleres del Centro Lavastida.
Asisten amas de casa, profesoras universitarias, médicas, psicólogas, abogadas y dirigentes, quienes coinciden en que hasta el momento no dedicaban TIEMPO para ellas mismas por estar afanadas en labores domésticas, la familia o el EMPLEO.
La doctora asegura que muchas de las asistentes han podido encontrar soluciones a problemas PERSONALES por sugerencias del grupo y algunas han logrado confesar experiencias de maltrato.
"Contar con un espacio para hablar nos permite abrirnos como mujeres, expresar nuestras necesidades y encontrar ayuda, porque a veces somos muy profesionales, pero nos mantenemos subyugadas por ciertos valores patriarcales", considera.
En las reuniones, cada persona expone sus puntos de vista sobre el asunto a tratar e intenta apoyar a las demás para resolver conflictos y alcanzar bienestar espiritual.
Según cuenta Gloria Teresita Rebustillo Escudero, coordinadora del área de género del Centro Lavastida, la idea de estos grupos asociados a iglesias locales comenzó para apoyar a familias con personas violentas y orientar a líderes eclesiales en su tratamiento.
Con el tiempo, comenzaron a demandar otros temas y servicios, pero la prevención de la violencia machista se ha mantenido como asunto prioritario.
"Hemos tenido en los grupos a mujeres maltratadas y tratamos de orientarlas. Les explicamos el ciclo de la violencia de género y se les busca una persona que directamente las apoye en esta situación", refiere la psicóloga.
Las investigaciones coinciden en la importancia de contar con redes de apoyo para superar las situaciones de violencia por motivos de género, pues difícilmente la víctima puede romper por sí misma con la dependencia y el miedo que producen estas situaciones.
Algunos de los casos de maltrato confesados en los GAM se han derivado hacia instancias judiciales por medio de las Casas de Orientación a la Mujer y la Familia, de la Federación de Mujeres Cubanas, donde colaboran especialistas de la psicología y el derecho capaces de atender estos conflictos.
Otros pasan a la consejería de pareja y de familia que ofrece el Centro Lavastida o son denunciados directamente en la Fiscalía.
"También les explicamos cómo protegerse, dejando claro que las mujeres inmersas en el ciclo de la violencia no pueden salir de momento, y tampoco se trata de forzarlas porque a lo mejor su contexto o preparación sicológica no les permite superar el trance", declara la colaboradora del área de género del CCSC- BG Lavastida, Maite Álvarez Roque.
Una sistematización del proyecto, que alcanza a más de 70 personas, realizada en 2014 por esta trabajadora de la salud, determinó que la metodología participativa contribuye a sacar del aislamiento a víctimas de violencia de género, cuando conocen a otras personas que han pasado por lo mismo.
Otros resultados positivos radican en la posibilidad de compartir experiencias, sentimientos, temores, dudas y esperanzas o búsquedas de solución para sus conflictos.
En la pesquisa, participantes de estos grupos aseguraron que también elevan la autoestima, las habilidades de comunicación y el empoderamiento personal.
Aunque se trata de un proyecto que parte de una fe cristiana, intenta ir contra los dogmas de algunas denominaciones religiosas en materia de género.
"El primer mito que rompemos es que en la iglesia no existe violencia por tratarse de familias cristianas. Si a cualquier mujer le es difícil confesar que es víctima de esta situación, para las cristianas implica otros problemas aceptar que viven en familias disfuncionales", expone la especialista.
"No promovemos directamente el divorcio porque el matrimonio es importante en la iglesia, pero sí hemos hecho comprender a muchos pastores que en casos de violencia de género la separación es necesaria", sostiene por su parte Rebustillo.
Una lectura a la Biblia desde la teoría de género les hace defender el papel de las mujeres en la sociedad y la necesidad de respeto.
"La eliminación de la culpa es uno de los temas en los que insistimos, lo mismo que en la reconciliación con nosotras mismas y con las otras mujeres de nuestras vidas, porque juzgamos a las madres, a las hijas, sin reconocer que tenemos un historia común de discriminaciones, inequidades, violaciones de derecho y reivindicaciones como grupo social específico", reflexiona la coordinadora del proyecto.
El área de género del Centro Lavastida organiza, además, talleres de sensibilización para los microproyectos de desarrollo local que mantiene la institución en toda la zona oriental con el propósito de ampliar la soberanía alimentaria.
Esto garantiza un seguimiento de las inequidades de género en cada una de las comunidades, donde estas iniciativas de intervención pueden sostenerse por más de cinco años.
Rebustillo sostiene que la violencia intrafamiliar es uno de los problemas identificados en cada uno de los diagnósticos de las comunidades rurales donde ha trabajado el centro.
"Encontramos todo tipo de manifestación de violencia, psicológica y física, que tiene como denominador común la educación sexista, de dominio-sumisión que han recibido los hombres", sentencia.
Para prevenirla, el CCSC- BG Lavastida realizó 31 talleres de sensibilización en género y masculinidades en comunidades rurales del Oriente Cubano entre 2010 y 2014. Ese mismo período reportó 275 encuentros de los GAM.
Además de las capacitaciones, la institución da prioridad a que hombres y mujeres compartan roles no tradicionales y favorece que ellas aprendan oficios para garantizar su independencia económica.
El Centro Lavastida tiene presencia ecuménica en todas las provincias del oriente del país, especialmente Santiago de Cuba, Guantánamo y Granma, y ha mantenido un trabajo sostenido en las áreas de capacitación y servicio a lo largo de 17 años.
Su trabajo trata de conjugar sostenibilidad, participación comunitaria, enfoque de género, ecología, lectura popular de la Biblia, renovación litúrgica, consejería, SALUD familiar y cultura alimentaria, junto a acciones de servicio comunitario a través de iglesias locales.

martes, 21 de abril de 2015

Emakumeon Mundu Martxa 2015 Apirilak 24


Trabajos de investigación becados por Emakunde

Madrid, 21 abril. 15. AmecoPress. Con motivo de las becas de investigación impulsadas por Emakunde, ya se han publicado tres investigaciones en formato digital. Están relacionados con el uso que las mujeres lesbianas hacen de los recursos sociales a su disposición en Euskadi, sobre la percepción de sexismo en la publicidad en el alumnado de secundaria de la Comunidad Autónoma Vasca y el papel de las mujeres emprendedoras en las empresas de innovación social.
“Lesbianas con recursos. Una mirada sobre el acceso y el uso de los recursos sociales en la CAE por parte de las mujeres lesbianas”
Se recoge en el estudio que el objetivo del mismo estudiar la discriminación social que sufren las mujeres lesbianas y la repercusión que esta discriminación puede tener en el acceso y en el uso de los recursos sociales de todo tipo. También se busca identificar lugares y situaciones en los que las mujeres lesbianas se sienten inseguras, teniendo en cuenta los factores relacionados con la discriminación múltiple.
Las conclusiones que se extraen son muy interesantes y están divididas según los diferentes ámbitos: jurídico, salud, económico, educativo, laboral y socio-cultural. En líneas generales se llega a diferentes conclusiones, entre las que destacan que las mujeres lesbianas hacen uso de recursos sociales de todo tipo tanto como el resto de la población de la CAE. Sin embargo, la utilización de los recursos sociales por parte de las mujeres lesbianas no se da en igualdad de condiciones que el resto de la población ya que por lo general este uso se hace de forma invisibilizada, es decir, sin mencionar la preferencia lesbiana o la transexualidad. En la misma línea, al funcionar los recursos sociales como de forma heteronormativa resultan discriminatorios y no inclusivos.
Para leer estudios pincha aquí.
“Estudio sobre la percepción del sexismo en la publicidad entre alumnado adolescente de la Comunidad Autónoma de Euskadi”
Según se recoge en el estudio lo que se pretende es indagar en la recepción del discurso publicitario en relación con la imagen de las mujeres, analizando cuál es la percepción que el alumnado adolescente de secundaria tiene de los estereotipos sexistas que aparecen en la publicidad.
Se busca también saber en qué grado reconocen o no la violencia que se ejerce contra las mujeres y el trato desigual al que son sometidas en los anuncios y a su vez saber qué grado de aceptación o rechazo tiene este tipo de modelos conductuales que propone la publicidad.
La muestra estuvo constituida por 528 estudiantes (49,6% mujeres) de 4º de ESO de ocho institutos de enseñanza secundaria en la Comunidad Autónima Vasca. Las conclusiones que se extrajeron son muy interesanetes. Algunas de ellas son que, por un lado, una mayoría del alumnado está insensibilidaza ante el trato degradante y sexista que se hace de la imagen de las mujeres en la publicidad y no lo percibe. Por otro lado, la gran mayoría de los estereotipos femeninos que se presentan están asumidos e incluso una gran mayoría no han sido percibidos. De los diez que se barajaban los que se han identificado han sido el de objeto sexual, el de mujer interesada y el de mujer ama de casa, pero aún siendo detectados son aceptados y bien valorados por la muestra masculina. Destaca que el estereotipo de mujer maltratada o víctima está muy definido en varios anuncios pero sin embargo pasan casi totalmente desapercibidos.
Para leer estudio pincha aquí.
“Oportunidades y barreras para los nuevos modelos de la iniciativa de innovación social”
Este estudio estudio analiza la situación de las mujeres emprendedoras en las empresas de innovación social. En concreto, se analiza si en las empresas de innovación social se mantienen las dificultades que las mujeres encuentran para emprender en el resto de contextos empresariales. Fruto del estudio, se ha elaborado un decálogo de buenas prácticas que reúne estrategias y medidas para hacer frente a estas dificultades.
Para leer estudio pincha aquí.