El pasado viernes en una reunión
de amigas feministas en Madrid mientras charlábamos animadamente sobre
los feminismos, los retos que estos tienen y cómo lo veíamos cada una de
nosotras, surgió la pregunta sobre si nuestros discursos son
monotemáticos y por tanto pueden ser pesados y perder fuerza para
quienes nos escuchan. Las respuestas fueron más o menos las mismas por
parte de todas las presentes. No, no somos monotemáticas porque las
soluciones a las desigualdades que sufrimos las mujeres no se han
resuelto, ni mucho menos.
El
machismo se camufla cada vez más y utiliza nuevas formas convirtiéndose
en demasiados casos en neomachismo. Y este, el neomachismo, parte de
posiciones próximas al feminismo en cuestiones sólo aparentes para
renovar sus formas de mantener privilegios que son la base de las
desigualdades.
Cuando
escuchamos de un hombre la manida frase "No, yo no soy machista,
pero..." estamos ante un neomachista, puesto que suelen continuar la
frase con un "porque ayudo a mi mujer con las tareas de la casa, saco de
paseo a los niños para que no la mareen mientras limpia la casa, o
prepara la comida, etc." y cuando le explicas que no se trata de
"ayudar" sino de COMPARTIR, es cuando saltan y te dicen aquello de "es
que sois unas pesadas con esos temas, siempre estáis igual. Si ya tenéis
más poder que los hombres. Ya estáis en todas partes. No entiendo qué
queréis ahora. Vuestro discurso de feministas radicales es aburrido." Y
así una larga retahíla de frases que podría acabar con la paciencia de
cualquiera. Pero no con la nuestra, con la de quienes tenemos compromiso
feminista.
Cuando
no se viven en propia piel las desigualdades y sólo se goza de
privilegios se tiende a culpar explícitamente a quien supone un peligro
para el mantenimiento de esos privilegios. Y por supuesto el feminismo
en sí mismo cuestiona el orden establecido, ya que el mismo establece
desigualdades claras y evidentes entre mujeres y hombres, por tanto
atenta contra el mantenimiento de ese esquema de valores que mantiene
privilegios para hombres y sometimiento para las mujeres. Y esto
obviamente no gusta al patriarcado.
El
permanente discurso criminalizador del feminismo por parte del
patriarcado no es nuevo. Las formas cambian pero la esencia permanece.
El patriarcado no va a renunciar al poder heredado gracias a los
privilegios que la historia les ha otorgado y va a intentar eliminar
cualquier peligro que suponga la renuncia a ese poder. Y el feminismo lo
es.
La
parte simbólica que se transmite a través de los potentes y eficaces
(para el patriarcado, claro) agentes socializadores está repleta de
mensajes segregadores y sexistas que a veces parecen incuestionables.
Pero no lo son. Y de nuevo al ser cuestionados por el feminismo aparecen
los discursos de antes sobre si somos cansinas o monotemáticas, etc.
Se
intenta desprestigiar al feminismo no sólo desde las filas masculinas
sino también por parte de muchas mujeres. No es raro escuchar de parte
de algunas aquello de "Es que yo no me siento ni creo estar discriminada
como vosotras afirmáis". Esta alianza de mujeres con el patriarcado es
una de las mejores bazas del machismo, puesto que no en vano
históricamente se nos ha asignado, junto con los cuidados la tarea de la
transmisión de los conocimientos y de los valores aprendidos y por eso a
veces también hemos de escuchar aquello tan manido de "sois las mujeres
quienes educáis en el machismo a los hombres, las que son machistas
sois vosotras". Hay que fastidiarse con el mensaje misógino y patriarcal
que rezuma esta frase!!!
Las
estructuras patriarcales han funcionado históricamente porque han sido
capaces de heteronormativizar las vidas de las personas en función de su
sexo de nacimiento. A los niños se les han inculcado una serie de
valores y a las niñas otros. Y, por supuesto con la complicidad total de
los agentes socializadores (familia, escuela, religiones, medios de
comunicación, etc.) que no sólo no cuestionan esta heteronormatividad
impuesta, sino que además la refuerzan incluso con algunos cambios para
hacer bueno aquello "cambiar algo para que nada cambie" y así mantener
las cosas como están y al varón como centro universal, como destinatario
de todo, incluso del lenguaje y también como protagonista casi absoluto
en los libros de historia y también en los de texto de nuestra gente
estudiante en todos los niveles.
En
este estado de cosas, desde casi siempre, ha habido gentes, sobre todo
mujeres, que nos hemos cuestionado ese modelo que se nos impone. Y, por
supuesto lo vamos combatiendo en la medida de lo posible de cada una e
incuso de cada uno, puesto que aunque mayoritariamente somos las mujeres
quienes alzamos la voz, cada día son más los compañeros de
complicidades y afinidades que se unen a los diferentes feminismos,
puesto que entienden que en un sistema segregador, perdemos todas las
personas, mientras que en un sistema más igualitario también somos todas
las personas las que salimos ganando.
Desde
esa perspectiva combativa, alzamos la voz cada vez que una mujer es
asesinada por ser mujer y denunciamos públicamente el terrorismo
machista. Y se hace una y mil veces, las que hagan falta para hacer
visibles los asesinatos del machismo. Denunciamos campañas de publicidad
sexistas en donde las mujeres son cosificadas con el objetivo de
aumentar ventas de productos que mantienen el sexismo. Iniciamos cuántas
campañas sean necesarias para que nuestra voz llegue a Parlamentos,
Ayuntamientos, etc. en la misma situación y proporción que la de los
hombres.
Denunciamos
presupuestos que no tienen en cuenta las necesidades de mujeres en
demasiados sentidos. Incidimos cada vez que podemos sobre las
desigualdades en el mundo laboral, tanto en el acceso como en los
salarios, como en las condiciones o el la tipología de contratos que se
realizan. O también analizamos los datos que se facilitan del desempleo y
vemos la situación de las mujeres. O nos movilizamos cuando quieren
devolvernos a las cavernas en materia de derecho a decidir sobre
nuestras maternidades y sobre nuestros propios cuerpos. Y así en un
sinfín de situaciones de desigualdad que parten incluso antes del
nacimiento de una criatura.
Esa
denuncia combativa permanente es por lo que nos llaman cansinas y
monotemáticas. Pues muy bien, para quien así piense, recordarle que sin
las reivindicaciones de nuestras antepasadas y referentes, por ejemplo
las Sufragistas, las mujeres seguiríamos posiblemente, sin derecho al
voto y que sólo desde las reivindicaciones cotidianas y continuas es
posible cambiar las cosas.
Somos
reivindicativas porque el patriarcado y todos sus aliados imponen
desigualdades y hay que denunciarlo. Somos combativas porque nos siguen
asesinando por ser mujeres y el patriarcado y sus estructuras de poder
miran hacia otro lado como se acaba de demostrar con los heridos y el
muerto por temas futboleros, siendo ya setenta las mujeres asesinadas
por el terrorismo machista. Alzamos la voz, porque en las escuelas, el
modelo impuesto es el de mantener las cosas como están y por tanto que
las niñas no puedan ocupar el patio de forma igualitaria ya que el
centro de este es ocupado por los niños que juegan al fútbol. Somos
críticas con las organizaciones de todo tipo porque cuando hablan de
intereses generales, en realidad lo que están afirmando es que esos
intereses son los masculinos y no los del conjunto de la sociedad, pese a
que las mujeres somos más de la mitad de la población. Seguimos
denunciando desigualdades porque siguen existiendo en todo el mundo y,
las mujeres y las niñas nos llevamos la peor parte siempre. Y mientras
todo esto siga ocurriendo seguiremos reivindicativas y combativas.
Antes
se secarán la boca quienes nos llaman cansinas o monotemáticas que
nosotras las feministas, solas o en grupos, las de antes, las
predecesoras, las de ahora o las que vienen detrás, cejemos en nuestro
empeño y alcemos nuestras voces en contra del patriarcado y de las
profundas desigualdades que todavía siguen existiendo y que seguimos
viviendo cada día. Porque mientras los derechos de una sola mujer o niña
sean vulnerados, seguiremos denunciándolo. Porque ser feminista es
precisamente eso luchar por una igualdad real entre mujeres y hombres.
Porque
ser feminista es, aparte de un orgullo, un compromiso para que la
sociedad y las estructuras, todas, cambien en aras de un presente y un
futuro mejor para hombres y mujeres. Porque con la igualdad ganamos
todas y todos.
Soy
y seré feminista y quienes son realmente personas monotemáticas y
pesadas son quienes defienden la desigualdad. Yo me tengo por
comprometida con un cambio para igualar derechos y oportunidades de
forma real entre mujeres y hombres. Y en ello ando. ¿Te apuntas?.
15 dic. 14. AmecoPress.
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