lunes, 27 de mayo de 2013

Desigualdades y violencia


Los asesinatos de mujeres a manos de parejas y ex parejas es un drama que no cesa y que, evidentemente, no causa la alarma social que debiera. Como leía en un foro de Internet,  si desde enero se hubiera matado a 25 políticos o 25 taxistas estaríamos en estado de emergencia. Lo que demuestra que lo mismo que la justicia no es igualitaria, tampoco la vida de una mujer vale lo mismo que la de un hombre. Si no véase lo que ha ocurrido en Inglaterra tras el asesinato de un soldado.
Que la vida de la gente tiene un precio diferente según la zona geográfica del mundo donde se nazca es algo que ya sabíamos, pero quizás no nos habíamos dado suficiente cuenta de que también difiere según el sexo. El importe lo fijan esos entes que rigen nuestros destinos y que se conocen como ‘los mercados’.
‘Los mercados’ no son entidades difusas, aunque lo parezca. Son grupos de poder dirigidos por personas que se enriquecen fomentando la desigualdad entre las personas. Abriendo abismos entre las distintas regiones del planeta. Y es que nuestra división es su victoria. El que no nos preocupemos por la suerte del vecino es la base de su inmensa riqueza (material, me refiero).
En la cúpula de esos mercados hay poderes políticos, económicos y religiosos. Grupos organizados que actúan hábil y orquestadamente para atacar por sorpresa y llevar a cabo su cometido con la menor resistencia posible.
Todos ellos están unidos por una misma ideología, la patriarcal, que se basa en la justificación de una discriminación milenaria: la de las mujeres. A ella se supeditan el resto de corrientes de pensamiento.
El patriarcado atraviesa todos los sistemas políticos, económicos y sociales y todas las épocas. Y sus principales correas de transmisión son las doctrinas religiosas, la única creación humana que persiste inalterable a lo largo de los siglos.
Vivimos tiempos muy duros y no parece que la situación vaya a revertir en mucho tiempo. Mi opinión es que no mejoraremos un ápice mientras cada cual sigamos dentro de nuestra burbuja negándonos a mirar la realidad de frente. Ninguna revolución personal ni social puede desencadenarse sin una toma de conciencia previa.
La violencia machista no se soluciona con las 250 medidas que se ha sacado de la chistera en dos días el Gobierno del PP, como tampoco las desigualdades entre las personas, las razas y los pueblos las resuelve la caridad mal entendida. Siglos de contrastes de inmensa pobreza y extrema riqueza son la prueba.

Mertxe A.  
Mertxe Arratibel
Periodista, feminista, coach.Doña Elvira, imagínate Euskadi

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