Decir que la mayoría de las personas vivimos demasiado estresadas no
nos descubre nada. Pero de lo que quizás apenas nos percatamos es de los
destructivos efectos que un permanente estado de tensión ejerce sobre
nuestro estado de salud físico, psíquico y emocional.
Empiezan las fiestas de Durango. Son una excusa para pasarlo bien y
liberar tensiones, aunque no faltan quienes las convierten en pretexto
de inicuas intenciones y practican con total naturalidad (y bastante
impunidad) el acoso y la agresión sexual. Afortunadamente, este tipo de
personajes son una minoría.
Hay dos formas principales de vivir la fiesta: como protagonista o
como espectador o espectadora. Protagonista quiere decir en este caso
participar en las actividades y disfrutarlas intensamente.
Independientemente de la postura que prefiramos, podemos
autoinducirnos un estado más implicativo o más distante, más alegre o
neutro, a partir de sencillas operaciones mentales, pero en esto hay que
ejercitarse. Lo más rápido y eficaz es dejarnos de contemplaciones por
unos días y tirarnos a la piscina de la diversión. Despreocupadamente,
como en la infancia. Aprovechemos, pues, a tope, que los próximos
‘Sanfaustos’ tardarán un año en llegar.
Dentro del conjunto de nuestras múltiples obligaciones, la de
divertirse (también es un imperativo de salud, sobre todo, mental) suele
relegarse al último lugar por detrás del trabajo, la familia o la
participación social. Las mujeres acostumbramos más a hacerlo, educadas
como estamos para vivir siempre pendientes de las necesidades de los
demás.
Cuando pretendemos mejoras en nuestra vida, un pequeño cambio en
cualquier parcela suele ejercer un efecto positivo en todo el conjunto.
Gocemos de las fiestas tanto como podamos y todo nuestro ser saldrá
fortalecido y enriquecido.
11 de octubre de 2013
Mertxe Arratribel
www.Durangon.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario