martes, 14 de octubre de 2014

“Yo ya no creo en una solidaridad feminista transnacional así como así”

Presentación en Bilbao de su libro ‘La nación heterosexual. Análisis del discurso jurídico y el régimen heterosexual desde la antropología de la dominación’

Bilbao, 08 oct. 14. PikaraMagazine/AmecoPress.- Para muchas el nombre de Ochy Curiel suena a exótico, para otras es un símbolo del “otro feminismo”. No en vano es mujer, negra, lesbiana, feminista, pensadora, activista, artista, antirracista, antisexista, radical y crítica. Ochy encarna todo lo contra hegemónico. Con un pie en la academia y otro en la calle, lleva más de 30 años dando la batalla, como a ella le gusta decir. Considera que hacer pensar a la gente es fundamental, por eso, nos invita a darle la vuelta a nuestras prácticas políticas y revisar nuestros privilegios a partir del feminismo descolonial.
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¿De dónde parte el feminismo descolonial? ¿Es una crítica al feminismo hegemónico? Como diría Sueli Carneiro, ¿significa feminizar la lucha antirracista y ennegrecer la lucha feminista?
Primero hay que entender cómo se construyó la geopolítica, el colonialismo como hecho concreto, que significó una Europa como centro de la modernidad y a partir de ahí la existencia de otros países, los bárbaros, los que hay que civilizar, estudiar, intervenir y además desarrollar. Las negras o las mulatas son una construcción racial a partir de lo blanco como punto de partida y observación. El feminismo descolonial no sólo critica al feminismo hegemónico, sino también a los movimientos y las teorías sociales que creen que actuando sólo sobre la clase se va a transformar el mundo, y a los machos de izquierdas que creen todavía que “el asunto” de la mujer tiene que venir después, pero que incluyen el género para aparentar lo políticamente correcto.
“No se trata de incluir o no a las mujeres negras y pobres, eso es muy neoliberal, la diversidad incluye pero no modifica ni cuestiona. Es algo más complejo: entender por qué hay mujeres negras y pobres”
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No se trata de incluir o no a las mujeres, eso es muy neoliberal, la diversidad incluye pero no modifica ni cuestiona. Por eso no es solamente feminizar la lucha antirrascista y ennegrecer la lucha feminista, no es ver que hay mujeres negras y pobres, sino algo más complejo, entender por qué hay mujeres negras y pobres. Y esta es la mayor diferencia que tenemos con los postulados de la interseccionalidad, que creen que sumando identidades se va explicar la subordinación de las mujeres. No vale incluir otras opresiones, sino ver y entender la opresión, cómo se articula y analizar cómo cada una de nosotras y en colectivo y con otros movimientos sociales estamos o no reproduciendo esa lógica. Y esto significa entender los lugares de privilegio que tenemos.
¿Eso es lo que tú llamas “problematizar la cuestión feminista”? ¿Sería como hacer genealogía del pensamiento propio?
Por supuesto. La problematización significa un desenganche, moverlo todo. Empieza por una relectura de todo lo que nos hicieron creer que es así. Y empieza por una misma, por ser consciente de las propias interseccionalidades, por saber que estás cruzada, pero sin mirarnos demasiado el ombligo, necesitamos ver el contexto general porque esto es un asunto sistémico, que obviamente atraviesa las experiencias particulares. Y eso es la ganancia del feminismo en el que creo yo, entender cómo se relaciona eso que llamamos ‘lo personal es político’ con el resto. Tiene que ver con lo que han hecho muchas feministas en el mundo cuando dejaron de creer en la historia masculina que las habían contado. Eso supone decir que, cuando las esclavas negras eran violadas por su amo u obligadas a trabajar, llevaron a cabo una serie de acciones de resistencia, lo que Celsa Ares llamó cimarronaje doméstico.
Si eso no lo recuperamos, si no rompemos con la historia lineal y vemos otras historias, va a seguir siendo la historia occidental blanca, y si hoy entendemos el feminismo como muchas luchas de mujeres en todos lados, entonces no empezó en 1789 con la revolución francesa y Olympia de Gouges. Los privilegios suponen una reinterpretación, tomar posición en torno a las narrativas. ¿Cuáles son los relatos? ¿De dónde nos paramos para hacer las interpretaciones?
Es sistémico y contextualizado. ¿Cómo solventamos la tensión que existe entre lo local y lo global? ¿Cómo articulamos una estrategia que combine ambas?
Es sistémico, pero el capitalismo y la globalización no nos joden de igual manera a unas y a otras, y ahí está el punto. Yo ya no creo en la solidaridad feminista y tampoco me creo una solidaridad feminista transnacional así por así. Los cambios no vienen porque todas seamos maravillosas mujeres lindas sino cuando se trabajan las relaciones de poder que hay detrás. ¿Por qué hegemónicamente “las otras”, las del tercer mundo, las indias, las negras, las inmigrantes, son la materia prima de las investigaciones o de las publicaciones de la gente que tiene privilegios? Eso parece incuestionable, se asume y además nos sentimos políticamente correctas, cuando es una utilización de la experiencia cultural y social de las mujeres. Por supuesto que tenemos que hacer alianzas como feministas, aunque no con todas las feministas porque algunas están siendo cómplices del patriarcado y del racismo.
Con tanta revisión, con el surgimiento de nuevos feminismos, ¿no estamos fragmentando el movimiento feminista?
Depende. Yo creo que las rupturas son importantes, son las que mueven. Somos humanas pero somos situadas. Esa lógica de pensar que todas tenemos que estar unidas para fortalecer el movimiento… no es así. Nos hemos dado cuenta que esa supuesta solidaridad articulada se da con base a la explotación y subordinación de otras, y hay algunas que ya no estamos dispuestas. Por salud mental y porque no hay tanto tiempo en la vida, hay que actuar con las que una cree que quiere actuar. Creo más en los afectos y las confianzas construidas.
“Si las trans se posicionan como una identidad política lésbico feminista si entrarían en los encuentros. A mí la vulva no me importa, me importa la gente que quiera cuestionar, matizar y eliminar el régimen heterosexual” Hablando de afectos, confianzas y rupturas… Este mes de octubre tendrá lugar el X Encuentro Lésbico Feminista de Abya Yala en Colombia y tengo entendido que las y los trans no tendrán cabida.
Es un punto de debate. No hay una posición unívoca. De hecho ha sido un punto de fractura bastante fuerte. Yo creo en el separatismo como asunto de salud, no en negativo sino viéndolo más bien como autonomía. No esa cosa de tu por allá y yo por aquí, creo que debe haber espacios de negras, de indígenas… y ojalá haya de blancas.
¿No es su espacio? ¿Eso quieres decir?
Cuando decimos mujer no nace, se hace, como decía Simone de Beauvoir, quiere decir que las identidades se construyen. Y resulta que ahora, por toda la revisión que hemos hecho, están saliendo una serie de identidades nuevas, como por ejemplo la transfeminista. ¿Cómo le digo yo hoy a una compañera trans feminista que no entre a un encuentro lesbo feminista? Se supone que las lesbianas feministas decimos: lesbiana no es aquella que se acuesta con mujeres, lesbiana es cuestionar el régimen político de la heterosexualidad. La pregunta sería: ¿Cuáles son los cuerpos que construyen el sujeto lesbiano?
Yo creo que el movimiento LGTB casi es contrario a lo lésbico feminista. En el origen, Gayle Rubin dijo que toda la sexualidad disidente debíamos articularnos, pero no es una unión, es una supuesta comunidad-ficción, ahí hay gays, trans, lesbianas, etc. que podrían tener sexualidades e identidades de género disidentes, pero no necesariamente cuestionan el régimen heterosexual. Para nosotras cuestionarlo significa acabar con el matrimonio y no reivindicar el matrimonio del mismo sexo, significa desbaratar la familia como fundamento de la sociedad porque ya sabemos cómo afecta a la feminidad… Hay alianzas entre las feministas y el colectivo LGTB, pero son cosas distintas.
Lo único que convoca a los encuentros de Colombia es que seas lesbiana feminista, ¿qué significa eso? Hay muchísimas interpretaciones, por tanto, la discusión está en cómo entendemos el ser lesbiana feminista y creo que va a llevar años resolver esto. Si se posicionan como una identidad política lésbico feminista si entrarían aunque fueran trans. A mí la vulva no me importa, me importa la gente que quiera cuestionar, matizar y eliminar el régimen heterosexual.
Y hablando de identidades nuevas… ¿qué opinas de la queer?
Lo queer es algo interesante desde el punto de vista de cuestionar las identidades esenciales, pero también creo que hay conceptos que están de moda… En América Latina la poca gente queer que conozco se posiciona desde un lugar totalmente individualista; ‘soy yo, mi identidad, no quiero etiquetas’, dicen, hoy quiero ser mujer y mañana si me pongo una corbata soy hombre y voy moldeando mis identidades. Esto es bastante blanco.
¿Cuántos queer negros hemos conocido? Teóricamente es una cosa interesantísima, en el sentido de cuestionar las identidades, como digo, de romper el binomio…pero en la práctica resulta que no todo el mundo puede hacerlo. Una persona negra no puede jugar con su identidad así como así porque está atravesada por su color, por la interpretación social que se hace de su color, color político. Es la gente con más oportunidades quienes son queer. En resumen, es muy teórico, muy individualista y muy chévere en algunos sentidos pero a eso hay que meterle clase y raza.
Uno de los factores que más afecta a las mujeres son los efectos de la globalización y el capitalismo. ¿Crees que el feminismo debería entrarle más a esto?
Las cuestiones de la globalización no son una categoría aparte, algunas lo vamos trabajando pero no es el fuerte del feminismo, ni del norte ni del sur. El feminismo se centró mucho en la identidad de la mujer. El problema de la identidad es pensar que la opresión de género, en este caso, se da en términos individuales y en términos de hombre o mujer, y pensar que no tiene relación con lo sistémico, con la clase o con la raza. Si no hacemos una lectura más amplia de por qué estamos jodidas, solo estamos en un microcosmos y ahí ocurren las opresiones. Y no es casual que esta propuesta del feminismo descolonial haya salido del tercer mundo, yo creo que para poder trabajarse los privilegios hay que entender y acercarse a otras realidades, aunque tampoco hace falta irse a América Latina, no es necesario llenar los rincones de feministas europeas, lo interesante es preguntarse: ¿Cuál es la posición feminista aquí?
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Foto: Ochy Curiel, en su paso por el País Vasco/Hegoa.

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