Traducción
del editorial de la revista feminista griega To Mov sobre la presencia
de los derechos de las mujeres en la campaña electoral realizada por
Isabel Cadenas Cañón y Doris Gutiérrez
El
comité editorial de la revista del movimiento autónomo, Το Μωβ (To Mov,
que significa "Morado" en griego) publicó un editorial que denuncia la
falta de atención que se ha prestado a los derechos de las mujeres en la
campaña electoral que se ha vivido en Grecia en las últimas semanas.
‘Grecia: en las elecciones del domingo falta el color morado’
No
somos un partido, y no escribimos en apoyo a ningún partido en las
próximas elecciones, pero somos ciudadanas activas e interesadas en
cuanto se dice y se hace. Nosotras, miembras del comité editorial de To
Mov y de su revista electrónica, simplemente nos preguntamos acerca del
momento. Porque estamos muy interesadas en muchos problemas que, o no se
discuten, o se esconden deliberadamente en los debates preelectorales
en los medios de comunicación.
Creemos
que los intereses cotidianos de las personas están siendo eclipsados
por un discurso cuyas prioridades no se corresponden con lo que afecta a
sus vidas –y el resultado de las próximas elecciones va a tener un gran
impacto en esas vidas–. No hay duda de que el tema económico es clave y
decisivo para la ciudadanía, puesto que constituye la base del
bienestar social en la sociedad capitalista contemporánea, en la que la
producción de mercancías y servicios son la base de la vida social. Pero
¿qué significa exactamente esa producción de mercancías y servicios y
de qué manera se calcula su magnitud económica?
Desde
los partidos políticos nunca se habla del trabajo no remunerado de las
mujeres en los hogares, en la familia, en los negocios familiares, en
las granjas. Sólo un ejemplo: una enfermera en el hospital de
Evangelismos cuida a las personas enfermas y gana un salario por este
trabajo –si bien su remuneración es de media un 25% más baja que la de
sus colegas hombres–. Pero la hija de Juan, que está en el mismo
hospital, junto a la cama del padre, haciendo casi el mismo trabajo que
la enfermera, no recibe ningún salario y, de hecho, su trabajo ni
siquiera se considera trabajo. El trabajo de un restaurante se considera
un negocio y se incluye en el cálculo del PIB. La mujer que cocina cada
día para su familia, a menudo después de haber trabajado fuera de casa,
tampoco es considerada una trabajadora, y su actividad no se incluye en
el PIB.
Las
mujeres nos enfrentamos, hoy, a las repercusiones del colapso del
estado social y del sistema nacional de salud, que nos obligan a
remplazar los cuidados sociales que antes proporcionaba el Estado por
nuestro propio trabajo –ya que, por desgracia, los hombres no comparten
tales responsabilidades–. La violación de nuestros derechos laborales
permite que los empleadores actúen de manera arbitraria y
discriminatoria, a la vez que se reducen las estructuras de apoyo a las
víctimas de violencia machista o del tráfico de mujeres. Si bien esto ya
sucedía durante la crisis, el deterioro durante los últimos 4 años es
significativo.
Hay
temas de los que no se ha oído hablar en la campaña electoral: la
desigualdad salarial, la violencia machista, el trabajo doméstico no
remunerado. Ni siquiera hemos oído promesas de cambio sobre ninguno de
estos temas. En el mismo sentido, algunos partidos políticos proclaman
la redistribución de los recursos entre personas ricas y pobres, pero
todos se olvidan, sistemáticamente, de la redistribución entre hombres y
mujeres, a pesar de que esta desigualdad está documentada y calculada
–y eso dejando de lado el trabajo doméstico no remunerado–.
Ante
los discursos de economistas sobre temas "serios", las mujeres nos
sentimos culpables y llegamos a pensar que se trata de asuntos
diferentes que sólo pertenecen a la cotidianeidad, que sólo se discuten
en el ámbito personal. Pero dejemos de lado, por un segundo, al
patriarcado y las diferencias de género: ¿Por qué no hemos oído nada
sobre cultura durante los días previos a las elecciones? ¿Acaso la
cultura no es un elemento necesario? ¿acaso a la cultura no le influyen
las decisiones políticas, tanto económica como ideológicamente?¿o acaso
los derechos humanos, de los que se ha hablado tan poco durante la
campaña, no guardan relación con los acontecimientos políticos? Hay más
de 4.000 migrantes indocumentadas detenidas. Son tanto hombres como
mujeres, pero este tema sólo ha despertado el interés en los debates o
en los discursos públicos para criminalizar a estas personas.
Sale
un anuncio en la televisión: unas personas ancianas hablan sobre el
recorte a sus pensiones y de que no pueden pagar sus medicinas, pero no
hay ninguna referencia al aspecto psicológico, o a la soledad en la que
viven hoy, en Grecia, la tercera edad. En el tema de armamento, es
decir, en el tema del dinero y de la muerte, los partidos parecen estar
todos de acuerdo con la necesidad de la ingente cantidad de armamento
que tiene en este momento nuestro país. Es cierto que algunas mujeres,
durante la campaña electoral, se han referido a estas cuestiones, pero
su discurso se toma como un discurso devaluado y, en última instancia,
irrelevante respecto a las "prioridades" actuales. Si las cuestiones
sociales nunca han sido una prioridad, hoy lo son menos aún.
En
el lado opuesto está, por ejemplo, el discurso de la Iniciativa
Feminista de Suecia, que consiguió un 5% en las últimas elecciones y
cuyo programa incluía todas las demandas sobre derechos de las mujeres y
derechos humanos. Esperemos que a Grecia le llegue, también, este
momento, estas ideas o, incluso, ese tipo de estructuras. Mientras
tanto, el sábado nos iremos a dormir con un parlamento formado por el
21% de mujeres, si bien las mujeres constituimos el 51% del censo
electoral. Y nos preguntaremos si, cuando despertemos, el parlamento
conseguirá tener una representación igualitaria de mujeres y de hombres,
o si seguirá exactamente igual.
Un
artículo pasado de nuestra revista sobre Alexandros Papanastasiou habla
de cómo los derechos de las mueres y el derecho al voto femenino está
presente en la esfera política desde principios del s. XX. Desde
entonces hemos ganado muchos derechos, pero seguimos siendo minoría en
los lugares de toma de decisión, siendo el parlamento el mayor ejemplo. A
pesar de todo esto, seguimos luchando por un cambio en la composición
del futuro parlamento, seguimos reclamando más mujeres electas: mujeres
que tengan un discurso global, que apoyen los derechos y el igual
bienestar de toda la ciudadanía, hombres y mujeres.
Votamos por las mujeres.
Votamos por aquellas mujeres que no necesitan plegarse al discurso y al rol masculino dominante para ser reconocidas.
Madrid, 27 ene. 15. AmecoPress / Diagonal.
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