La autora
reflexiona sobre el quehacer de algunos supuestos especialistas en
estudios de género, llegando a la conclusión de que sólo lo hacen para
reafirmar su autoridad patriarca
México,
26 ene. 14. AmecoPress/Mujeresnet.- Cierto día, me encontraba en un
evento académico, cuyo tema central era presentar trabajos de
investigación con perspectiva de género. Luego de un par de
exposiciones, arribó al lugar un académico, quien no tuvo reparo en
interrumpir y cuestionar agresivamente a las ponentes; incluso, durante
la ronda de preguntas y comentarios, este individuo alzaba la voz, por
lo que, sin titubear, hizo uso de su autoridad patriarcal para frenar la
argumentación de algunas compañeras presentes. Estoy consciente de que
los eventos académicos son, justamente, para hacer público un trabajo de
investigación, y así recibir críticas y aportaciones, pero no es válido
imponer con gritos un punto de vista. Lo peor del caso es que este
académico ha escrito artículos "con perspectiva de género", lo cual deja
a la vista que las personas que trabajan temas de género no
necesariamente han problematizado que la misoginia y el machismo
persisten en su subjetividad, y que sesgan sus conductas, creencias y
apreciaciones.
¿Cómo llegan
los misóginos a los estudios de género? ¿Qué intereses los motivan a
fijar su atención en este campo? He construido algunas respuestas,
basadas en mi experiencia académica y profesional, y en un modesto
análisis de la lógica neoliberal, fundamentada en la obsesión por
generar indicadores huecos.
El personaje
del que hice referencia en el primer párrafo de este texto no es el
único que lleva a cabo dichas prácticas, desafortunadamente, pululan por
ahí unos más, incluso, algunos hasta cuentan con proyectos de
investigación financiados con dinero público y avalados por las más
importantes universidades de este país. Aunque se debe reconocer que el
proceso de deconstrucción de la misoginia y el machismo es diferente
para cada persona, sospecho que la mayoría de estos personajes no desean
sensibilizarse ni llevar a cabo acciones afirmativas para erradicar la
desigualdad de género, por el contrario, se oponen a renunciar a sus
privilegios de género y ven a los estudios de género como un medio para
obtener dinero, prestigio y para reafirmar su autoridad patriarcal.
¿Cómo puede argumentarse tal afirmación? Mediante las contradicciones
del patriarcado y sus correlatos, como lo son el capitalismo y el
neoliberalismo.
Por un lado, la
loable acción política feminista colocó a los derechos humanos de las
mujeres y niñas en la agenda pública como un tema prioritario, por lo
que los organismos internacionales crearon mecanismos que los Estados
debían implementar, entre estos, fomentar las investigaciones con
perspectiva de género. Resulta entonces que los temas sobre género son
un buen negocio, ya que, al ser emergentes, seguramente recibirán
financiamiento, además de que añadirán un plus al currículum de
cualquier académico, porque éste será valorado como "progresista" y
"solidario". Sin embargo, como ya lo mencioné, lo anterior no implica
que estas personas problematicen su misoginia y machismo.
¿Cómo se
vincula esto con la obsesión neoliberal por crear indicadores? Me atrevo
a escribir la palabra obsesión porque para el neoliberalismo lo
importante es vomitar números sin sentido, es decir, no importa que un
mecanismo o política pública funcione con equidad, sino que esté dentro
del catálogo de exigencias para todos aquellos países que deseen
ingresar a los "clubes" patriarcales exclusivos, como la OCDE, Unión
Europea, o recibir financiamientos de otros "clubes", como el Banco
Mundial o el Fondo Monetario Internacional. Aquí lo que cuenta es
simular, y este escenario se repite no solo en la academia, sino en las
instituciones del Estado o en las organizaciones no gubernamentales.
Pero las
feministas también tenemos mucho qué reflexionar. Si bien no somos
poseedoras de la "verdad" ni del "feministómetro" que medirá qué tan
feminista es una persona, sí tenemos la responsabilidad de cuidar el
conocimiento que nos regalaron nuestras ancestras. Recuerdo que, en el
cierre de un diplomado sobre feminismo en la UNAM, la doctora Norma
Blazquez Graf pidió a las graduadas cuidar del feminismo, una propuesta
filosófica, teórica y política que ha costado muchísimo construir, así
que, tal vez, antes de invitar a un misógino a compartir un espacio
feminista, deberíamos analizar si esto es ético o no; a lo mejor, y sin
ponernos en riesgo, sería buena idea evidenciar a estos personajes y
hacerles saber que no estamos de acuerdo con ellos; definitivamente,
sería maravilloso que dejáramos de doblegarnos ante el poder patriarcal,
ya que es muy común que alabemos a los hombres (misógino o no) que
"hacen" estudios de género y, en cambio, atacamos a nuestras compañeras y
ponemos en duda su trabajo y labor sin siquiera adentrarnos a éstos de
forma crítica. Quiero explicitar que el objetivo de este texto no es desacreditar la lucha feminista, por el contrario, soy la primera en celebrar la herencia de nuestras ancestras, gracias a la que he podido nombrarme humana y saberme sujeta de derechos; lo que deseo es que no demos cabida en nuestros espacios a las personas que solo quieren sacar provecho ilegítimo del feminismo y de los estudios de género, sean hombres o, incluso, mujeres; propongo conducirnos con ética feminista y que no suscribamos pactos o sumisiones que a la larga acentuarán la opresión y desigualdad de género. Finalmente, entiendo que debemos tratar de incidir en distintos espacios, muchas veces en las condiciones más hostiles y adversas, sin embargo, hay que incidir con responsabilidad, feministamente, privilegiando el verdadero compromiso con los derechos humanos de las mujeres y las niñas, no para mantener los privilegios patriarcales. Estoy segura de que en el camino encontraremos a otros y a otras que quieran sumarse por convicción, necesidad y justicia.
26/01/2014 Vía . AmecoPress.
No hay comentarios:
Publicar un comentario